viernes, 27 de junio de 2008

Odisea por la técnica

El origen de las cosas siempre es un tema fascinante. Imaginemos, para poner un ejemplo, las discusiones que sostienen, los miembros de la Real Academia Española de la Lengua (RAE), todos los jueves. Los mejores filólogos, helenistas, latinistas que se enfrentan para fijar lo que es correcto y lo que no del lenguaje. Unos ven los términos que están en uso (en la calle) y lo confrontan con la teoría basada en los orígenes de la tradición lingüística. Muy loco. Pero cierto.

En la tradición occidental prácticamente no hay disciplina que no tenga su origen en las civilizaciones grecolatinas. Pienso en la medicina, la política, el derecho, la arquitectura. Donde las explicaciones, cuando no llegan a encontrar su principio en un hecho histórico verídico, recurren al mito.

Para esclarecer algunas teorías arquitectónicas, el mito resulta bastante seductor. Por ejemplo, en la Grecia clásica, el enigmático traspaso de la madera al mármol como material noble para construir. En esa transferencia, si bien no se puede explicar con hechos históricos (sino con interpretaciones y deducciones), si se encontró una clara identificación del arquitecto con el maestro carpintero.

Primeramente K. Frampton presenta el origen etimológico del concepto tectónica, su derivación de la palabra tekton – carpintero, y sus primeras relaciones con el arte, con el sentido poético, hasta la correspondencia con un juicio estético.[1]

Por otra parte Graciela Silvestri plantea: “la raíz arche vinculada a techton puede interpretarse como ‘soy el primero de los carpinteros’”[2]. Resulta obvio pero lo recalco: arche/techton – arquitecto.

O qué decir de las múltiples interpretaciones de la cabaña primitiva. Esa reiterada explicación sobre el origen de la arquitectura. El mismo Vitruvio tenía su propia leyenda: “… la gente que se reunía alrededor del fuego para calentarse descubrió el lenguaje y el refugio en un mismo acto.”[3], lo que permite establecer la relación [hogar – chimenea – casa] y [lenguaje – comunicación – sociedad] desde el principio de la civilización.

En 2001: A Space Odyssey (1968, año harto significativo en la historia reciente), de Stanley Kubrick, cuenta otra explicación de los albores de la humanidad. Esta vez en relación a la sociedad y la técnica.

Describamos brevemente el primer episodio (recomendable ver la película, obvio) The Dawn Of Man: En un medio ambiente desértico esta el hombre primitivo en comunidad, alimentándose de plantas junto a otro animal con el cual convive más o menos bien (un cerdo de apariencia muy prehistórica). Ese hombre primitivo es presa de depredadores más evolucionados y pelea con otros grupos por el elemental recurso del agua.

Entonces está ese ser, todavía más parecido a un simio que a un hombre, llevando su cotidianeidad tranquilamente, a la noche encontró un recoveco para resguardarse con sus los suyos. La cueva como primer habitáculo.

Una mañana, sorpresivamente aparece ante él, un monolito vertical con una apariencia metálica. Un prisma de perfecta manufactura que lo desconcierta. Nunca había visto nada igual, sin embargo, el grupo se acerca a él y lo examinan (ojo que el tacto juega un papel importante).

A partir de esa experiencia, ese simio-hombre ve el mundo con nuevos ojos. Encuentra su primera herramienta: El hueso como arma, con el que aparte de hacerse omnívoro (mata a su compañero cerdo y se lo come), puede vencer a otros grupos.

Cuando aprende a usar ese femur, y domina la técnica de romper otros huesos… Entonces: Antes del descubrimiento del lenguaje y la arquitectura, el hombre primitivo gracias a la abstracción (¿Qué, acaso no es lo que representa el prisma perfecto que lo invade en el lecho?), se apropia de la técnica e inventa la guerra…



[1]. FRAMPTON, Kenneth, Estudios sobre cultura tectónica. Poéticas de la construcción en la arquitectura de los siglos XIX y XX, Madrid, Akal, 1999, pp.14-15.

[2] SILVESTRI, Graciela, El primero entre los carpinteros. Notas sobre las relaciones entre técnica y arte desde la mirada del arquitecto, SCA Revista de Arquitectura No 225, 2007, pp. 120-131, SCA, Buenos Aires.

[3] NEUMEYER, Fritz, Regreso al humanismo en arquitectura, en: Revista de Arquitectura RA, No 6, Junio 2004, Universidad de Navarra. P. 3.

ver vídeo en: http://www.youtube.com/watch?v=jdvUbLp3FCg

2 comentarios:

  1. También Isacc Asimov, en sus relatos de Robots habla mucho del orgien de las cosas y del mismo universo. Él como científico plantea situaciones extremas, representadas por los razonamientos de un robot. Uno de los cuales les llega a decir a los seres humanos: "El material del que estás hecho es blando y flojo, carece de resistencia, y su energía depende de la oxidación ineficiente del material orgánico...Yo, por el contrario, soy un producto acabado. Absorbo energía eléctrica directamente y la utilizo con casi un ciento por ciento de eficiencia. Estoy compuesto de fuerte metal, permanezco consciente todo el tiempo y puedo soportar fácilmente los más extremados cambios ambientales. Estos son hechos que, partiendo de la irrefutable proposición de que ningún ser puede crear un ser más perfecto que él, reduce vuestra tonta teoría a la nada."

    Y los robots crearon la religión.

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  2. Si bien el trabajo de Asimov ha resultado profético en cuanto al avance de la técnica y la ciencia, su planteamiento nace más de la ficción que de el "método". Tal vez son las licencias literarias, lo que complementa su deducción científica.

    Por otro lado si en la odisea del hombre en la tierra, casi no hay invento exitoso, que no tenga un fin bélico o de conquista en su conceptualización: a ver: aviones, computadoras, internet, cohetes, teléfono celular, etc y si nos vamos más allá: el cine y la tv yanki.

    El arma más perfecta inventada por el hombre en estos términos: conquista, que el otro piense como yo, además construida con la presición robótica, ha sido la religión.

    Y los gringos inventaron el shopping channel

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